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sábado, 17 de diciembre de 2011

Ratoncito Colorado CAP.11

Ratoncito Colorado CAP.11
Isabel

Entonces Isabel descubrió una parte de si misma de la que nunca había sido consciente. Podía morir en cualquier momento y no había aprovechado la vida. Tenía tantas cosas por hacer...
Quería un día más. Solo uno...
Un día más para cambiar lo que había hecho mal, volver en el tiempo e impedir que Arturo se marchara, gritar de alegría con Paulina, su mejor amiga de siempre. Quería sonreír, brillar, caminar decida por cada rincón...
Quería cambiar pero seguir siendo la misma.
Renació en ese momento la verdadera Isabel, la que existía antes de que se marchase su príncipe. Luchadora, emprendedora. No se detenía por nada, pisaba fuerte y se comía el mundo cada día.
La rabia se apoderó de ella. No necesitaba a Arturo, podía cuidarse solita, ya era mayor. Y era, sin duda, muy capaz de hacer lo que pretendía.
Así que se levantó de nuevo sin importar las heridas y miró amenazante a los dos chicos que se sorprendieron.
- Sois muy crédulos ¿verdad?. ¿Pensabais que me rendiría tan pronto?- dijo
Una sonrisa pícara acompañaba sus palabras. Parecía un tanto maliciosa y divertida.
Los hechos podían cambiar todavía.
El destino no estaba escrito.

martes, 6 de diciembre de 2011

Ratoncito Colorao CAP.10

Kennel, Mary y Arturo salieron a la superficie sin ningún problema.
El agua cortaba la circulación pero estaban dispuestos a luchar.
Kennel y Arturo ayudaban a Mary a mantenerse a flote y nadaban hacia el bote del capitán. Quizás no fuera el momento de hacer confesiones, pero Kennel sentía la necesidad de hacerlo.
- Mi nombre verdadero es Jim, Jim Kennel.- dijo para la sorpresa de los otros- Nací en Extremadura una noche de invierno, mis padres no tenían dinero así que me vendieron al capitán de un barco. Me he criado entre banderas pirata, olas y marea. No es la mejor infancia, pero gracias a eso ahora soy como soy- Y era verdad, Jim Kennel mostraba mucha agilidad en cualquier labor y actuaba con la seguridad del que lleva en esa vida años.
Cuando por fin lo alcanzaron el capitán les permitió subir a bordo junto a los pocos que habían sobrevivido.
El Pela-Patatas, tres jóvenes grumetes, dos ancianos que todavía daban guerra y ellos tres.
- ¿Estás loco?- chilló Arturo- ¿Porque te vas sin nosotros? ¡Querías matarnos!
- Tranquilo grumete, solamente era una prueba. Veo que nueve de mis hombres son dignos de formar parte de mi tripulación, pero la mayoría han muerto.
- ¿Como que una prueba? ¡Has matado a mucha gente!
- Lo sé- dijo indiferente
Pero el bote seguía surcando las olas y finalmente Arturo se relajó.
-¿De donde sacamos un nuevo barco?- preguntó Kennel
- Estamos cerca del puerto de Own, allí nos encargaremos de reponer energías y buscar a más tripulantes- contestó el capitán.
Arturo se mostró enfurruñado.
- ¿Y a los nuevos los matarás también?- soltó
- Chico, cálmate si quieres sobrevivir- y perdió su mirada en el horizonte. No se necesitaban más palabras

jueves, 24 de noviembre de 2011

El Ratoncito Colorao CAP.9

El cielo rugía con fuerza de mil gigantes, el mar creaba olas de grandes dimensiones y la espuma bañaba el barco. Pero a pesar de la gran cantidad de agua que caía sobre el barco, el fuego no se extinguía. Las llamas habían quemado la madera, y echo agujeros por donde entraba el agua a chorro.
Arturo lanzó una mirada rápida a Kennel, que parecía preocupado y luego se giró justo a tiempo para ver a un hombre morir quemado, ahogando un grito.
Mary estaba presenciando la escena y no pudo esconder su horror. Chilló y se tapó la boca con las manos. Sus ojos permanecían abiertos de par en par. Parecía paralizada por el miedo.
Todos los marineros esperaban ordenes, estaban confusos. Su capitán había marchado sin dejar ninguna orden que cumplir, ni ninguna forma de sobrevivir.
Pero todavía podían ver el bote sobreviviendo a las olas, con aquel señor dentro.
Arturo fue el primero en reaccionar y tomó con decisión el mando de la situación.
Apartó a Mary de la visión de aquel cadáver y se abrió paso a empujones entre los marineros que quedaban vivos.
- Kennel, di a todos que salten al mar- chilló
- ¿Y si mueren? Es muy profundo, lo más seguro es que mueran ahogados
- Debemos intentarlo. Es mejor que morir entre llamas, sin haber hecho nada por evitarlo- Kennel asintió y avisó a todos de las nuevas ordenes
Muchos hombres saltaron desde la cubierta al mar. Algunos salían a flote y nadaban rápidamente hacía su capitán, otros no salían a la superficie, y algunos mas, morían por la baja temperatura del agua.
Sobrevivieron unos diez hombres en total, pero todavía quedaba gente en el barco.
Arturo, Kennel y Mary entre ellos.
Kennel estaba en el borde de la cubierta, debatiéndose internamente sobre si debía salvar su vida y saltar o esperar y ayudar a Arturo.
Arturo y Mary estaban rodeados de fuego, en un rincón. Ya estaban acorralados.
Entonces Kennel llenó un cubo del agua salada del mar y la tiró al círculo de fuego que se formaba alrededor de los demás.
El agua también los salpicó a ellos, lo cual agradecieron pues el sudor corría por sus frentes y sus mejillas ya ardían.
Kennel no dejó de intentar extinguir el fuego, hasta que Arturo y Mary pudieron escapar de ese rincón.
Los tres pusieron sus manos oscuras por la ceniza en la barandilla del barco, se sentaron en ella y Arturo y Kennel se dispusieron a lanzarse al mar.
Mary se quedó quieta, observó el agua atemorizada y les dirigió una mirada asustada a los dos.
- ¿Pasa algo?
- No sé nadar- dijo Mary
-Tranquila, te ayudaremos. Coje aire- dijo Kennel
Kennel cogió a la mujer de la mano, y cayeron.
Estaba muy profundo, notaban que no podían evitar ir hacia el fondo del océano, pero Arturo cogió de la mano a Mary, formando una cadena, y con los pies paró el impacto evitando bajar demasiado.
La chica mantenía sus ojos cerrados, pero Arturo los abrió para calcular si lograrían subir a la superficie antes que quedarse sin aire.

sábado, 12 de noviembre de 2011

El Ratoncito Colorao CAP.8

EL RATONCITO COLORAO CAP. 8
ISABEL

El suelo frío congelaba sus pensamientos hasta dejarlos de piedra. La humedad del cementerio ya comenzaba a causarle molestias. Estaba rodeada de una niebla tan espesa que le costaba respirar bien. La tensión era palpable.
Ella seguía allí, tumbada en el suelo junto a un gran agujero donde pondrían alguna tumba próximamente, en frente de unos extraños que ni siquiera veía bien.  La miraban con ojos retadores y su mirada la atravesó por completo.
Quería levantarse, enfrontarse a esos locos que la habían secuestrado en el puerto y encerrarse en casa hasta que volviera Arturo, solo entonces se sentiría segura.
Pero le dolían los músculos, las piernas le fallaban y temía que si se levantaba volviera a caer.
Un fuerte martilleo se instaló en su cabeza, interrumpiendo sus pensamientos. Isabel se llevó las manos a las sienes intentando calmar el dolor.
Se sentía desfallecer.
Se quedaron un tiempo en la oscuridad de aquella noche sin luna hasta que una mano atravesó la niebla yla cogió del cuello.
Estrechaba su garganta con tal fuerza que Isabella no podía respirar, emitió sonidos extraños, por falta de aire e hizo ademán de levantarse y atacarlos pero ellos sabían que no podría ni ponerse de pie.
La levantó del suelo por el cuello, Isabel ahogó un grito que no pudo ser emitido. Quizás por el miedo que sentía, o por la sensación de asfixia que recorría su cuerpo, llenándolo de una angustia irrefrenable.
El borracho dejó de hacer tanta fuerza y le dio unos segundos para respirar a la chica.
Ella tenía la respiración acelerada, igual que el corazón.
Después, el otro chico avanzó unos pasos hacía ellos y le hizo un signo con la cabeza al estrangulador.
Isabel se palpó el cuello, notaba todavía un dolor insoportable.
El chico que le había provocado ese dolor se alejó y el otro, el de ojos verdes, se acercó a Isabel.
Ella yacía en el suelo, de nuevo al lado del agujero.
De cerca podía fijarse mejor en aquel muchacho. Sus ojos no eran del todo verdes, tenía matices marrones y azules. Su sonrisa parecía perfecta, no estaba para nada desfavorecida por los efectos de la bebida. El pelo le daba un aire juvenil, no tenía pinta de asesino.
Ni tampoco de borracho.
Cuando habló lo hizo con una voz grave y profunda y su aliento no desprendía ningún rastro de cerveza.
Sin duda, el no había bebido.
¿Pero entonces porqué hacía eso?
La empujó y la hizo caer al agujero.
El golpe le provocó una fuerte sensación de estar perdida.
Entonces, el borracho (el que si había bebido) cogió una pala y la llenó de arena, la cual depositó en el agujero.
Isabel intentó salir de allí, pero cayó de nuevo. Logró mantenerse en pie unos instantes justo cuando la pala de aquel chico le daba en la cabeza y ella se desmayaba.
Mientras se disponían a enterrarla viva.

domingo, 6 de noviembre de 2011

El Ratoncito Colorao CAP.7

EL RATONCITO COLORAO CAP. 7
(Arturo)

Las llamas quemaban todo el barco, desde la madera del barco hasta las velas.
Algunos tripulantes se veían rodeados de fuego, no tenían escapatoria. Algunos desesperados se lanzaban al mar , de los cuáles muchos morían ahogados, y los demás acababan sufriendo las consecuencias de la baja temperatura del agua.
Kennel y Arturo evitaron a la gente alarmada y corrieron por la cubierta en busca de botes de remos. Se encontraron con el capitán subiendo a bordo del único bote que tenían por falta de presupuesto.
- Capitán, déjenos subir- dijo Kennel
El capitán desató el bote y se hizo a la mar. Remó rápido hasta alejarse unos cinco metros de ellos.
Arturo y Kennel chillaban, las llamas ya los alcanzaban y sentían su ardor en las mejillas.
Gritaban para que el capitán volviera, pero parecía no escucharles.
Algunos hombres ya estaban muertos, sus cuerpos en llamas yacían imperturbables en un silencio eterno.
El capitán no se giraba, los ignoraba completamente y se perdió en el horizonte con una sonrisa divertida y un tanto maliciosa.

lunes, 31 de octubre de 2011

El Ratoncito Colorao CAP.6

El Ratoncito Colorao CAP.6
(Isabel-Arturo)
ESPECIAL DE HALLOWEEN!
(Isabel)

Dirigida por esos chicos recorrió la ciudad en silencio, acompañada de la oscuridad de una medianoche tétrica.
Aquellos extraños daban pasos largos, indecisos y en zig-zag.
El miedo la paralizaba, no podía actuar en esas condiciones, con una navaja rozando su cuello, amenazante.
Se adentraron en un callejón estrecho y aislado. A Isabel le daba la sensación de que no sabían por donde iban, ni adonde la llevaban.
Quizás eran los efectos de la bebida, y en cuanto se disipasen la liberarían arrepentidos.
Este pensamiento la calmó, quizás era una locura instantánea fruto de una noche demasiado vivaz.
Pero su mente adoptó de nuevo una posición de alerta cuando se enteró de adonde se dirigían.
El cementerio de la ciudad estaba a las afueras, la valla para entrar estaba desgastada por el tiempo. Era de hierro pero estaba oxidada. Las plantas trepadoras crecían a su alrededor.
El césped estaba mal cuidado, llevaba años sin cortarse, pero siempre estaba húmedo debido a el ambiente.
Además, las lápidas también eran antiguas y en algunas no se leía la inscripción.

Isabel tenía un moratón en el ojo por culpa de la brutalidad de aquellos chicos y la herida del labio no había cicatrizado todavía. En cambio, los dos jóvenes parecían frescos como rosas.
La luna no era llena, al contrario que en todas las películas o novelas de terror. Era luna nueva.

Isabel pensó que sería mejor que fuera la primera opción, pues sin luna no había ni una pizca de luz, y había chocado ya contra seis tumbas, lo cual deja de asustar allá por la tumba número tres con la que chocas.
La empujaron fuertemente haciéndola caer sobre el suelo mojado, al lado de un agujero enorme sin tapar.

(Arturo)

Las olas rompían contra el barco demasiado fuerte. La tormenta había dañado la vela, así que Mary la tuvo que coser refugiada en su camarote. No la necesitaban todavía, el viento los llevaba en su propia dirección.
El capitán chillaba dando ordenes, pero era inútil, los rayos apagaban su voz hasta hacerla inaudible.
Era una lluvia torrencial, los marineros estaban calados hasta los huesos, esperando con ansias la hora de cenar.
La cubierta crujía con cada paso del capitán.
- ¡ATENCIÓN!- chillaba, parecía que fuera a romperse las cuerdas vocales
Y pese a tanto esfuerzo vocal, nadie lo oía.
Era frustrante.
Hasta que vio a Kennel pasar por su lado, lo agarró del brazo y le dijo algo al oído.
- Kennel, los tripulantes no me oyen, así que esto es imposible. Diles a todos que los espero en la gran sala.
Kennel tardó unos segundos en comprender sus palabras.
- ¡YA!- chilló el capitán
El grumete corrió por la cubierta, topó con diversas personas y les fue diciendo a cada una de ellas las ordenes de su superior.
Se abría paso de manera increíble entre toda aquella gente, sus músculos eran de gran ayuda. Podía apartarlos con solo un pequeño empujón.
El capitán caminó con parsimonia hasta la sala.
Cuándo llegó no había nadie todavía, pero fueron llegando poco a poco y dejando sus ocupaciones para más tarde.
- Esta tormenta es demasiado peligrosa, corremos mucho riesgo.- dijo
Una luz iluminó la habitación, era un rayo impresionante.
Seguido de un gran estruendo.
Un marinero entró precipitadamente, dando un portazo.
- Capitán, un rayo a incendiado la cubierta!
Salieron de la sala para revisar daños, el fuego parecía imposible de controlar.
El barco se quemaría irremediablemente.

lunes, 24 de octubre de 2011

Ratoncito Colorao CAP.5

Ratoncito Colorao Cap. 5
(ISABEL) "Toda tuya"

"Todo tuyo, Arturo" Leyó mentalmente la frase lo suficiente para aborrecer, pero ella seguía repitiendo las palabras. Sus labios se abrían y cerraban pronunciando cada sonido.
 Una lágrima mojó el papel de la carta, así que decidió guardarla.
Abrió un cajón de su escritorio, dobló la carta y la dejó.

Entre la multitud, Isabella no llamaba la atención, se sentía deprimida, caminaba con la cabeza gacha, lo demás a su alrededor parecía sin vida, su mirada se perdía en el inmenso mar.
Al salir de su casa no había logrado apartar de su mente la carta.

Hasta que dos borrachos, salidos de una taberna se cruzaron en su camino, la empujaron violentamente, ella los apartó pero sin buenos resultados. Aquellos chicos eran demasiado musculosos. El primero era rubio, de ojos marrones, llevaba una navaja en el bolsillo. El segundo castaño, de ojos oscuros, su ropa estaba manchada de comida, pese a no estar obeso, y se movía mareado.

Isabella cayó al suelo, la levantaron por la fuerza de nuevo y la zarandearon, ella gritaba, la confusión a su alrededor se hacía más palpable.
Era imposible salir de allí, no la dejaban paso ni podía moverse.
El rubio la pegó, y le provocó una herida en el labio, que sangraba.
Se tapó el labio con la mano a la vez que el otro chico volvía a tirarla al suelo.
La arrinconaban, pronto se encontró al borde de la calle, si daba un paso más hacía atrás caería al mar, a unos 8 metros de donde estaba ella.
Se cubrió la cara con la mano.
Aquellos desalmados amenazaban con pisarla.
Reunió fuerzas y se volvió a levantar, empujó con furia al primer chico y lo aparto un poco. El segundo se rió de ella y la lanzó al vacío.
5 metros.
4 metros
3 metros
Descendía rápidamente, no tenía tiempo para pensar.
Intentó agarrarse a una rama, pero se rompió.
1 metro...
Se sumergió inevitablemente, aguantó la respiración.
Quiso subir a la superficie, pero estaba demasiado profundo.
Nadó rápidamente hacia arriba, el aire se le acababa pero lo utilizó al máximo.
Sus piernas empezaban a cansarse.
Y de repente el sol brilló más fuerte, solo quedaba un metro para salir de allí.
Tuvo un calambre en los últimos centímetros y pensó que todo había acabado.
Pero no quería que Arturo volviera y no la encontrara allí. "Toda tuya" pensó. No iba a rendirse antes de luchar, quería ver otra vez su sonrisa. Quería vivir...
 Así que se valió de sus brazos solamente y por fin lo logró.

Respiró profundamente, muchas veces seguidas. Sus ojos estaban húmedos, lo había pasado realmente mal y pudo distinguir a los dos borrachos que la habían agredido.
Nadó como pudo hasta la playa y subió de nuevo al puerto.
Su ropa estaba empapaba y le pesaba.

Evitó a los chicos pero ellos la vieron y se acercaron a ella.
Isabella corrió por el paseo marítimo, perseguida por esos dos imbéciles.
Terminaron alcanzándola y la cogieron del brazo, arrastrándola hacia ellos.

- No es justo, sois dos contra uno- susurró
- No necesitamos que sea justo- dijeron

miércoles, 19 de octubre de 2011

El Ratoncito Colorao CAP.4 ARTURO

EL RATONCITO COLORAO
Cap.4 (Arturo) LA PRIMERA CENA


A bordo todo era normal, los gritos de júbilo inundaban el barco como si de una gran ola se tratara. Gritos alentadores y de animo. Pero duró poco tiempo, ya que el capitán Barbo se puso a dar ordenes a diestro y siniestro
-¡Tú! Ayuda al Pela-Tomates- decía
-¡Rubio! ¡Tú! Si, el de la camisa roja. Baja abajo y tráeme mi brújula y mi mapa-

Se detuvo frente a un joven de unos 21 años, de pelo color avellana y ojos verdes oscuros de infinita belleza.

-¿Quien diablos eres? No te he visto nunca
-Soy Arturo Western, señor- mantenía la cabeza erguida
-¿Te conozco?
-No, señor. Me he alistado este año.
-Ah! El novato!

Por supuesto, El Capitán no tenía muy buena memoria...

Al caer la noche, Pela-tomates estaba más nervioso que nunca. Eran muchos los hombres que esperaban una gran cena, pero con lo que había en la cocina, no sería precisamente una delicia. De todas formas se esforzó al máximo por causar buena impresión.

La cena se celebró en una espaciosa sala, con una mesa enorme y sillas para todos. Primero se sirvieron bebidas alcoholicas y pequeñas raciones.
Después, el cocinero puso sobre la mesa exquistos manjares a base de patata, en honor a su nombre, chuletas, tomate y diversos ingredientes de primera calidad conseguidos por él.

Mientras el Capitán devoraba con gusto una chuleta de cerdo, Arturo escrutaba la habitación intentando memorizar cada detalle. Pasaría allí uno buen tiempo y quería conocer a fondo el barco.
Entre mordisco y mordisco, el Capitán explicaba como funcionaban las cosas allí.
- Os levantareis a las 6, si algún dormilón se levanta un minuto tarde, le tocará fregar la cubierta un mes ¿Entendido?- nadie contestó y dio por echo que si lo entendían- Kennel, tu eres nuevo, así que ayudarás a Pela-patatas en la cocina.
El cocinero se alegró.
- Tú, Arturo, serás el ayudante de Mary-

La única mujer de abordo era la curandera, se llamaba Mary y estaba echa una experta en enfermedades de alta mar.
Era peliroja, de ojos azules oscuros y profundos, de bondad incomparable, astucia e ingenio.
Se pasaba el día escribiendo cartas a su familia, a la que echaba mucho de menos.
Su accento andaluz, no pasaba por alto.
Era mayor, un poco más pequeña que Pela-patatas.

- Los demás encontrareis mañana un folio con vuestros turnos y trabajos. Estará colgado de la pared a la hora de desayunar.

Asintieron todos, y siguieron comiendo.
El Capitán  tragaba todo lo que encontraba con afan, y Pela-patatas lo miraba orgulloso, feliz de haber hecho bien su trabajo.

Kennel comió bastante poco, y luego se encerró en su camarote para escribir cartas a su familia.
Arturo hizo lo mismo:

ESTIMADA ISABEL
Esto es diferente a mi casa, pero me agrada.
He conocido a Kennel, el hijo de la panadera y la verdad es que me cae bastante bien.
El Capitán parece estricto, pero jamás me atrevería a hacer nada contra él, deberías haber escuchado la historia de sus propios labios, deberías estar aquí, conmigo. . .
El cocinero es muy gracioso, de echo no quiere serlo, pero sus movimientos torpes si lo són.
Y Mary es una gran persona, echa de menos a sus padres, a los que solía cuidar antes de estar aqui y a su hermana.
He notado miradas sospechosas entre ella y el cocinero...
Y tu como estas?
Que haces?
Espero que estés bien...
Me reconforta pensar que cuando vuelva podré contarte mis aventuras y todo lo que he hecho aquí.
Todo tuyo
Arturo









El Ratoncito Colorao CAP.3 ARTURO

Al dejar el baúl del Pela-patatas en la cocina, había conocido a Kennel, un joven castaño de ojos oscuros y que tenía solamente un año más que él.
Era el hijo de la panadera, una señora gorda y bastante mayor que se había despedido de él con consejos maternales, provocando burla en los demás tripulantes.

Kennel era simpático, el único que no tenía pinta de pirata en aquel barco, por lo apenas cruzaron tres palabras, ya se habían echo amigos.

Él capitán del barco, un barbudo musculoso, aunque desgastado por los años, les dio la bienvenida a los dos novatos y les advirtió desde el principio...
- Quiero explicaros una historia de traición justificada, la que puso nombre a este barco
Los otros navegantes, se reunieron en torno al Capitán, como niños esperando su cuento de buenas noches. Pero ya conocían la historia. La habían vivido de primera mano.
Arturo y Kennel escuchaban atentos cómo el Capitán se emocionaba con cada tramo de su narración y veían sus gesticulaciones nerviosas, en los momentos de tensión.

- Antes, yo era un simple grumete encargado de levar el ancla, igual que todos estos zoquetes.- señaló a su alrededor- Viajábamos en un enorme barco llamado "Terror Mediterráneo" era especialmente hermoso...- la nostalgia y los recuerdos impregnaban su mirada- Pero el Capitán que nos daba ordenes, era un sucio cretino. Solamente miraba por su bien, y a nosotros nos trataba como a RATAS!- escupió la palabra, dando un golpe a la mesa de madera- Un día, el Capitán me tiró al mar, infestado de tiburones por no haber accedido a limpiar sus zapatos. Me salvé de milagro...
Suerte que el Pela-patas estaba por allí ¿eh?- y estallaron en risotadas y golpes en la espalda, símbolo de compañerismo- Consiguió lanzarme una cuerda y me salvé. Pero volvamos al tema, ese día prometí VENGANZA, prometí matar a aquel desgraciado y quitarle lo que más quería en este mundo, su barco. Planeamos un botín, bajo la mirada atenta de un ratón, (considerado por el Capitán más digno que nosotros) curiosamente teñido de rojo.
El Ratoncito Colorao.
Una vez hubimos ganado la batalla, el "Terror Mediterráneo" estaba demasiado dañado, por lo que decidimos hacernos con otro barco, bautizado de esta manera. Ratoncito Colorao.
Decidimos el nuevo capitán entre todos, y salí elegido. Al fin y al cabo, era el que más ofensas había sufrido por parte de aquel impresentable. Y el líder del motín.
 QUIERO DEJAR CLARA UNA COSA DESDE ESTE MISMO INSTANTE- rugió- SI A ALGUNO DE VOSOTROS SE LE OCURRE VOLVERSE EN MI CONTRA, MORIRÁ, Y VERÁ EL FILO DE MI ESPADA DE MUY CERCA... UNA VEZ DICHO ESTO, PODÉIS VOLVER A LOS CAMAROTES.

El ratoncito Colorao CAP.2 ISABELLA

EL RATONCITO COLORAO
Cap. 2 ISABELLA

Isabel vio como Arturo volvía a la cubierta, charlando con otro marinero.
En un momento de la conversación, se giró y sus ojos verdes escudriñaron el puerto entero.
Hasta que se pararon en los ojos de Isabel.
 Ella no apartó ni un segundo la mirada.
Arturo la sonrió dulcemente y pronunció unas palabras que la chica leyó en sus labios.
"Pronto nos veremos de nuevo. Te quiero"

La gente a su alrededor agitaba pañuelos, y vertían lágrimas, ella no, ella estaba inmóvil, callada.
La señora gorda que minutos antes la había tachado de "muchacha impertinente", estaba a su lado, despidiéndose del joven con el que hablaba Arturo.
- Hijo ten cuidado!- decía- Hay muchos peligros en el mar, recuerda ser siempre prudente y no te acuestes tarde!
Isabela sonrió.
Arturo le hizo un gesto emocionado con la mano. Podía ver la ilusión que le hacía viajar, pero ella debería estar meses sin estar a su lado.
Sin ningún tipo de distracción, pues no tenía ninguna afición significativamente importante para ella.
Le echaría de menos...
Pero no había más remedio, debía decir "Adiós" por un tiempo. La idea de que desembarcasen en una isla llena de mujeres bellas, perfectas, la aterrorizaba. Quizás al viajar pensaría que ella no era suficiente.
Que necesitaba más...
Aparto bruscamente esos pensamientos de su mente, y caminó por el paseo marítimo en dirección a su casa.

La señora mayor dejó caer alguna lágrima al mar y una vez superada la fase de "Es mi hijo, ¡debo estar con él!" le dijo:
- Adonde vas, señorita maleducada?
- A mi casa, acaso no puedo irme?
- Por supuesto que puedes, pero no dejando el pañuelo tirado así como así por el suelo.- movió un pañuelo frente a su cara
- No es mio- dijo seria
- Y de quien es entonces?
- No lo sé, señora- dijo Isabel
- De acuerdo, entonces lo dejaré aquí
Puso el pañuelo en el suelo, delicadamente y haciendo espavientos para agacharse.
- A mi edad no se es tan ágil como tú, amiga mía.
Isabel le dedicó una sonrisa compasiva, se giró y caminó hacía delante
.Llegó por fin a su hogar, entró en su habitación y se asomó al balcón, todavía había gente comentando la partida de sus respectivos maridos, hermanos, hijos...

- Isabella!- gritó una joven rubia, de ojos color miel desde la calle
- Llámame Isabel! Te lo he dicho muchas veces, Paulina!
- Es tu nombre verdadero
- Si, pero no me gusta y lo sabes- dijo Isabel
- Bueno, "Isabel" ¿Se ha ido ya?
-Si, va a cumplir su mayor sueño
- Pero aún así tu estas triste.
- Ya se me pasará, tranquila
-¿Seguro?
-Seguro
-Baja, anda!- dijo Paulina- No hace día como para encerrarse en casa

Isabel suspiró, no podía con aquella chica. Siempre acababa convenciéndola.
- Enseguida bajo!- dijo
Se lavó la cara y bajó, no sin antes pasar por la cocina y conseguir una pieza de fruta.
¿Que estaría haciendo Arturo en ese momento?
¿Estaría bien en el barco "El Ratoncito Colorao"?
¿Correría peligro su vida en algún momento?
¿Cambiaría esa aventura su forma de pensar?

El Ratoncito Colorao CAP.1

EL RATONCITO COLORAO
Cap 1. NUEVO A BORDO

El puerto estaba activo, lleno de gente que volvía del mercado y se paraba a cotillear un poco sobre las
novedades del día.
Isabel buscó la mirada de un joven grumete a punto de embarcarse en su mayor aventura.
No la encontró.
Pasó a través de la gente, a codazos. La multitud se giraba escupiéndole palabras groseras, pero a ella no le importaban las habladurías de una señora mayor y sinceramente gorda, que la llamaba "Mal educada sin sentido de la cortesía" y la empujaba del brazo para no perder el equilibrio, en cuanto Isabel la empujó.
Pero tenía motivos para comportarse así.
Él.
Él era su motivo.
Un chico de ojos verdes con el que topó de repente. Su pelo castaño le caía jovialmente sobre la frente, y una sonrisa se dibujó en su rostro.
Se abrazaron en silencio.
- Cuándo volverás?- preguntó Isabel
-En cuanto me sea posible. Créeme.
Ella sonrió y descansó su cabeza sobre el hombro del chico.
- Isabel, será mi oportunidad de salir de este pueblucho, podré vivir en alta mar durante un tiempo, y al volver, te contaré todas las aventuras del viaje. Escríbeme.
- Lo haré, no lo dudes.
Los ojos de Arturo ya no la miraban, ahora centraron su atención en laa ajetreadas preparaciones de última hora que vivían a bordo.
- Debo marchar. Prométeme que estarás bien
- Sé cuidarme sola- rió Isabel
- Eso no lo pongo en duda.
Y compartiendo con la chica su mejor sonrisa, subió al barco.
El "Pela-patatas", el cocinero del barco, estaba a punto de sufrir un ataque de nervios al ver que nadie le ayudaba a subir un baúl lleno de alimentos.
Así pues, tuvo que subirlo él solo, entre suspiros y maldiciones.
"Porque tuve que abandonar la medicina?" pensaba para sus adentros.
- Vamos, Pela-patatas, date un poco más de prisa- dijo Arturo
- Perdona, jovencito pero me gustaría un poco más de respeto por tu parte, o de lo contrario abandonaré el barco y me dirigiré a mi tranquila consulta, donde no tengo que soportar mequetrefes como tu.- su orgullo era infinito, y en ese tipo de discusiones lo demostraba con creces.
A pesar de todo, el "Pela-patatas" jamás abandonaría su barco, su querido "Ratoncito Colorao" que le había librado de la vida aburrida de un simple doctor.
Medicinas por aquí, inyecciones por allá...
Sabía que las aventuras que corría a bordo de ese navío, compensaban la falta de educación de sus tripulantes, a la que estaba acostumbrado.
Pero aquel chico era nuevo. Inspeccionó sus facciones en busca de algún rasgo familiar, pero nada.
- Pasa algo?- preguntó extrañado Arturo
- No, no. Eres nuevo?
- Si
- Entonces, deberás saber que es tradición que los novatos lleven el equipaje del cocinero.- mintió Pela-patatas
Arturo descubrió pronto la trampa, el cocinero no sabía mentir. La risa asomaba en su rostro, disimulada con torpeza. Pero le dio pena aquel pobre señor y subió a bordo el equipaje.
- Por aquí, baja el baúl a la cocina.
Le guiaba él.
Isabela contempló divertida la escena en la cubierta, pero los perdió de vista cuando bajaron a la parte de los camarotes.
"Espero que vuelva a subir para despedirse de mí..." Pensaba.